viernes, 27 de noviembre de 2009

Un guiso reconstituyente para días invernales



Para empezar hace falta poner a remojo un puñadito de las judías mungo, también conocidas como soja verde.
Ingredientes:



Una medida de judías mungo remojadas de la noche anterior.   
Una medida de lentejas rojas (éstas no necesitan remojo alguno)
Una medida de trigo sarraceno
Una medida de centeno pelado
Una medida de copos de avena finos.
La unidad de medida que yo uso aparece en la 1ª foto. Viene a ser el equivalente a una tacita de las de tomar té o infusiones. Por lo demás cada quien puede ir probando su propia medida...

Un par de puerritos.
Una cebolla. 
Seis cucharadas soperas de aceite de oliva virgen extra.
De uno a tres litros de agua de la fuente, (o del grifo si es lo bastante buena...)                            
Un cubito de caldo vegetal concentrado, o dos si quieres más intensidad de sabor.
Una ramita de romero fresco o bien un poco de romero seco que conviene entonces poner aislado con uno de esos dispositivos para infusiones,como el que aparece en la foto siguiente:






Este pequeño contenedor para hierbas permitirá impregnar el guiso de sabor a romero sin encontrar las ramitas ni agujas sueltas del romero menos agradables al paladar.



      Lo primero es limpiar muy bien los puerros, partiéndolos lateralmente -como ya es sabido- para asegurarnos de eliminar todo rastro de tierra. (Y si alguien no sabe, que me lo indique en un comentario y haré fotos del procedimiento, para mostrarlo en otra ocasión).
      Mientras se calienta el aceite a fuego bajo, voy partiendo la cebolla y los puerros bien lavaditos, en rodajas.
      Lo pongo en el aceite a "pochar" despacito. 
      Cuando ya toma el tono ligeramente dorado rehogo las judías mungo, el trigo sarraceno y el centeno pelado. Reservo las lentejas rojas y los copos de avena para añadirlos más tarde, ya casi al final.
     Añado el agua fresquita de la fuente y lo dejo a fuego suave removiendo de vez en cuando con cariñito y sonriendo. Esto es importante: sonreir y mirar a lo que se está cocinando con ojos de gratitud y alegría.
     Cuando rompe a hervir añado el cubito de caldo vegetal concentrado y una pizca de sal.
Dejo que se vaya haciendo lentamente y a su amor. De vez en cuando le doy un "meneíto" a la cazuela, sin introducir nada, ni remover por dentro, para que se mantenga entero. Añado agua, si veo que se queda seco. (El "meneíto" consiste en tomarla cuidadosamente por las dos asas y hacer que gire lo de dentro evitando así que se pegue al fondo).
    Cuando se nota que ya falta poco, (puede llevar, cociendo despacio, alrededor de hora y media), es el momento de añadir las lentejas rojas, que sólo requieren unos veinte minutos. Pasado un cuarto de hora más añado los copos de avena finos que están listos en sólo cinco minutos.
    Apago el fuego y lo dejo reposar, como mínimo, media hora, antes de considerarlo listo para servir. Este tiempo de reposo es el que le da el punto que me gusta.
     





   
     Finalmente hay dos versiones para este guiso, dependiendo de la cantidad de agua. En una queda más seco, sólo con el agua que va consumiendo. En la otra queda como una sopa. Se trata de que cada quien pruebe y elija su preferencia...
     Como complemento, a la hora de servirlo,  y a modo de mandala, compongo cada ración con tres hojitas de perejil, una cucharada de algas frescas troceadas,  (o remojadas, si se han adquirido secas) y unas semillitas de sésamo negro crudo, que le dan un estupendo contraste a la vista y al paladar...



lunes, 9 de noviembre de 2009

Una ensalada mandálica con flores


            Sobre un lecho de hojas tiernas de lechuga del huerto biológico recién cortada, hemos creado un mandala floral bordeado con pétalos de rosa y compuesto además por pétalos de caléndula, flores de prímula y en el centro una blanca flor de borraja.
            Las rosas, cuanto más olorosas, más comestibles y sabrosas...
            Las caléndulas las podéis cultivar todo el año incluso en maceta.
            La borraja, a nosotros nos sale espontáneamente por el huerto y el jardín, al igual que el llantén, el diente de león (amargón) y otras más...
            Iremos hablando de ellas.